PREMIO CONCURSO RELATO
- Maite Gutiérrez Hernández
- 28 nov 2019
- 2 Min. de lectura
El pasado jueves 21, asistí a la entrega de premios del concurso AIETI, en el que había participado con un relato corto sobre la violencia de género. Hacía una semana me habían dicho que era una de las tres ganadoras, junto a mi compañera Carmen Carrión, y que tenía que acudir a dicho evento.


La verdad que al principio no tenía ni idea de cómo iba a ser, creía que simplemente nos iban a dar el premio y como mucho nos dirían algunas palabras, pero cuando llegué y vi en qué consistía el evento me quedé muy sorprendida.
Era una charla en la que defensoras de los derechos humanos de países de América del Sur, mujeres que habían sufrido violencia o abusos machistas, y trabajadoras de recursos sociales y de la mujer hablaban, compartían sus experiencias y hacían reflexionar sobre el FEMINISMO no solo como lo entendemos en España, también en otras partes del mundo mucho más "atrasadas" en ese sentido.
No hay palabras para describir lo que sentí cuando oí todas aquellas declaraciones. Eran mujeres cuyos derechos habían sido totalmente anulados por defender los de las demás, habían asesinado a sus familias e incluso querían asesinarlas a ellas.
Toda la idea que yo tenía hasta ese momento del feminismo se vino abajo en ese mismo instante, ya no solo era la mujer la que estaba en peligro, también aquellas personas que estaban a su lado. Todo lo que hasta entonces era parte de un concepto (nunca había vivido ni había visto a nadie que viviera la violencia machista en persona), se convirtió en una realidad, una realidad que podía oír, que podía tocar, que podía ver... una realidad fría y triste pero muy necesaria para poder ponerme de verdad en la piel de tantas mujeres que como la de mi relato han sufrido por ser lo que son, mujeres llenas de cicatrices que no sanan y heridas que no dejan de sangrar, mujeres que viven en una sociedad donde el pegar y el violar es algo normal, mujeres que aunque siguen para adelante, están rotas por dentro.
Después nos dieron el premio a cada ganador de cada modalidad (relato, fotografía, poesía)
Nos hicimos una fotos hablamos en persona con las defensoras de los derechos humanos y todo fue muy emotivo.


Sinceramente, cuando me inscribí en el concurso y leí que daban un premio, nunca imaginé que el verdadero premio era el poder asistir a esa charla. Ha cambiado mi perspectiva en todos los sentidos y sin duda es lo que me llevo de esta bonita experiencia que recordaré siempre.

¡¡MUCHAS GRACIAS A TODAS POR AYUDAR A TANTAS MUJERES A TENER UN FINAL DISTINTO!!
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